En uno de nuestros últimos eventos, los novios querían tener un trocito de campo en las mesas.
El efecto a conseguir era, como si unos minutos antes de la boda, nos hubiéramos acercado a la pradera más cercana y con detalle hubiéramos elegido las flores silvestres que más nos gustaban y los pusiéramos en las mesas con sus recipientes.
Estamos convencidos que conseguimos a la perfección el efecto que deseábamos, aunque no fue tan sencillo como coger florecillas en el campo. Quedó un desorden perfectamente ordenado, en cuanto a gama de color, flores elegidas, alturas...
Uniéndonos de este modo a esta nueva estética silvestre, country y vintage que tanto fascina a nuestras novias únicas.
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